Uno de los muchos servicios que ofrecemos en Airmonkey Mech, es el servicio de pilotos ferry. Os dejamos el relato de este vuelo ferry, desde Italia a España.
Tras la compra de un Tecnam P96G en Italia, nuestro cliente nos solicitó el traslado desde Italia hasta el que sería el nuevo hogar de este avión en Murcia.
El avión se encontraba basado en la localidad de Reggia Emilia, a unos 50 kms. al norte de Bolonia, en un bonito campo de ULM privado.
Tras una concienzuda preparación del vuelo, comprobación de las condiciones meteorológicas para los días previstos de vuelo y las pertinentes llamadas a los aeródromos de paso para organizar repostajes de combustible, restaurantes y hoteles para los descansos, llegó el día de viajar a recoger el avión en su base en Italia.
Unos 1458 kms. y unas 9,5 hrs. de vuelo previstas nos quedaban por delante. Haríamos tres paradas antes de hacer la cuarta y definitiva en el aeródromo de destino en Murcia. La primera parada sería en Montelimar, en Francia, donde comeríamos y repostaríamos el avión para continuar viaje hasta la Cerdanya, ya en España, donde haríamos la segunda parada para quedarnos a dormir allí. A la mañana siguiente repostaríamos el avión y saldríamos con rumbo al aeródromo de Alcocer, donde haríamos la tercera parada para descansar y comer, antes de iniciar el que sería el último tramo de nuestra ruta con destino en Murcia.
Un vuelo comercial nos llevaría hasta Bolonia, donde el ex propietario del avión nos esperaba para recogernos y llevarnos hasta el aeródromo, donde se encontraba el avión.
Llegamos al aeródromo por la tarde y lo primero que hicimos es una revisión en profundidad del avión. Su propietario nos explicó que el avión había sido recientemente revisado en un taller, donde se le ha revisado carburación, cambio de aceite, bujías e inspección general de componentes y célula. Pero a pesar de ello, nosotros revisamos de nuevo todo y hacemos un vuelo de prueba. Ajustamos el paso variable para una mejor respuesta tras probarlo y afinamos su funcionamiento. El comportamiento de la hélice Kaspar tripala ha sido excepcional.
Colocamos nuestro GPS con el plan de vuelo, debidamente cargado en el mismo, aunque por supuesto llevamos nuestros piernógrafos con los planes de vuelo impresos con toda la información necesaria para poder hacer el vuelo incluso sin la ayuda del GPS, llevamos también las cartas de vuelo necesarias y toda la información de cartas de aproximación visual a los aeródromos donde haríamos las paradas.
Llega el momento de partir. Nos despedimos del propietario del avión, rodamos hasta la cabecera en servicio, realizamos las últimas comprobaciones prevuelo y nos vamos al aire.
Iniciamos así el primer tramo del vuelo, el que nos llevaría desde Reggia Emilia hasta Montelimar en Francia, el cual discurriría por el norte de Génova hasta la frontera con Francia, por el sur de los Álpes.
El vuelo va discurriendo con normalidad y observamos con cierta alegría que nuestra GS es muy buena y que se mantiene durante todo el trayecto hasta Montelimar. El avión se comporta de maravilla, su rendimiento es excepcional y vemos como poco a poco la previsión va siendo superada por la realidad, debido al buen rendimiento en vuelo del P96. Las condiciones meteorológicas se cumplen según las previsiones estudiadas días antes y esto también ayuda al buen desarrollo del vuelo.
Llegamos a los Álpes y comenzamos a cruzarlos, es un paisaje de gran belleza e imponente. Al ver los escarpados picos sin prácticamente ninguna zona habitada, es inevitable pensar “y si fallara algo ahora….” pero el suave fluir del vuelo, sumado al buen rendimiento del avión, la revisión prevuelo hecha, acaban disipando las dudas y el viaje avanza a buen ritmo.
Unas dos horas y cuarenta y cinco minutos después de iniciado el vuelo desde Regia Emilia, aproximamos al aeródromo de Montelimar, advirtiendo de nuestra presencia e intenciones de aterrizar, como se trata de un aeródromo no controlado, las comunicaciones son para auto información. Como es habitual en este aeródromo un viento laminar de casi 25 nudos hace que el aterrizaje deba ser “trabajado”, pero finalmente se produce sin novedad.
Estacionamos el avión en la rampa del aeroclub y nos disponemos a comer y a visitar a los amigos de Averso, fabricantes de rotores de autogiro de excelente calidad.
Tras la visita a nuestros amigos de Averso, haber comido y haber repostado el avión, intentamos visitar el museo de aviación que hay en el aeródromo de Montelimar, aunque por desgracia este se encuentra cerrado al público, ya que está siendo reformado. Sin duda volveremos a visitarlo, ya que se encuentran allí verdaderas joyas históricas de la aviación mundial.
De nuevo nos ponemos en marcha, despegamos desde Montelimar con destino a la Cerdanya, ya en España. Otras dos horas y media aproximadamente nos esperan por delante.
Llegando a la Cerdanya hay que salvar primero los Pirineos, para entrar al valle donde se ubica el aeródromo.
Alcanzamos la que será la altitud máxima en todo el trayecto, prácticamente 10000 pies, apenas 20 pulgadas de manifold y el motor rindiendo menos de la mitad de su potencia debido a la altitud, sin embargo el avión continua su ascenso y vuelo sin problema.
Finalmente aterrizamos en la Cerdanya, tras la pertinente aproximación según la carta y la comunicación oportuna. Encontramos un lugar paradisíaco para la práctica del vuelo de montaña, de hecho un nutrido grupo de alemanes se encontraban allí volando en sus veleros, ya que este lugar es especialmente propicio para la práctica del vuelo a vela, por sus especiales condiciones y ubicación.
En el aeródromo de la Cerdanya nos reciben Sergi y Gilbert. Sergi es instructor de vuelo a vela y se encarga de la gerencia del aeródromo y Gilbert es piloto de arrastre y también vuela a vela, grandes personas que nos brindan su ayuda para ir al hotel, repostar el avión y hangararlo para esa noche, que pasaríamos allí. Sin duda un precioso lugar al que habrá que volver, Muchas gracias, chicos!.
Al día siguiente, tras una buena cena y posterior descanso en el Hotel de Alp en la Cerdanya, ponemos rumbo a nuestra siguiente parada, que sería en el aeródromo de Alcocer, nuestra base, donde nos reciben algunos de nuestros compañeros de club.
Después de comer con Gerardo, uno de nuestros compañeros de club y siendo más de las tres de la tarde (hora en la que ya podemos entrar en el CTR militar de San Javier), partimos hasta el que será nuestro destino final, el aeródromo de Garranchos.
Aterrizados en Garranchos sin novedad, nos reciben allí el nuevo propietario del avión y entre otros, compañeros pilotos de la academia general del aire.
Tras casi 1500 kms, unas siete horas y media de vuelo y unos 110 litros de combustible, finaliza así nuestro viaje con la entrega del avión a su nuevo propietario.